Fran iene
una conversación muy amena y me encanta hablar de músicos con él,
conoce muy bien a los clásicos y a mí me encantan los clásicos,
hablamos de clásicos del jazz, aquellos grandes y valientes hombres
que inventaron esta música, cuando la improvisación era lo
auténtico, casi lo único, sencillos temas que servían de excusa
para lanzar la imaginación sin final, humo, trajes negros, droga y
alcohol, sexo, sudor y el amanecer en el Nueva York de los cincuenta
y sesenta.
Muchas
veces hemos visto amanecer (Fran y yo) volviendo de lugares, escuchando
buen jazz dentro del coche. En ocasiones quedamos en alguna tetería
y junto a unas tazas de té y algún trozo de tarta vegana hablamos
durante horas del jazz y sus clásicos.
Fran
es un tipo curioso, no me refiero a que sea especial, me refiero a
que tiene curiosidad por las cosas; aquel día estábamos abajo del
escenario y nos disponíamos a empezar una actuación junto a
Salanova cuando me dijo: ¿Me dejas probar el Busetto? (este
instrumento tiene imán y es mucha la gente que siente la necesidad
de sobarlo), cuando lo vi (a Fran) deslizando sus manos generosamente
por el mástil del contrabajo sentí la necesidad de fotografiar
aquel momento, así empezó la serie de fotos de Gente con mi Busetto
Vienés que a día de hoy sigue aumentando.
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